La conclusión de uno de los estudios científicos intergubernamentales más completos es
escalofriante: un millón de especies se encuentran en este momento en peligro de extinción y la
biodiversidad está declinando globalmente a niveles sin precedentes en la historia humana.
“La salud de los ecosistemas de los que depende el ser humano y otras especies está
deteriorándose más rápidamente que nunca. Estamos erosionando los cimientos de nuestras
economías, seguridad alimentaria, salud y calidad de vida a nivel internacional”, sostiene Sir
Robert Watson, presidente de la Plataforma de Política Científica sobre Biodiversidad y
Ecosistemas (IPBES).
El estudio, uno de los más ambiciosos en el que participaron 145 expertos de 50 países, llegó a
esa conclusión después de analizar durante tres años más de 15,000 fuentes científicas y
gubernamentales sobre la relación entre el desarrollo económico y su impacto sobre la
naturaleza.
El dato más espeluznante es que un total de 1 millón de especies animales y plantas están ahora
amenazadas con extensión, muchas de ellas en el lapso de décadas, la cifra más alta de que en
cualquier otro momento de la historia de la humanidad.
“Ecosistemas, especies, poblaciones silvestres, variedades locales y plantas domesticadas y
animales están encogiéndose, deteriorándose o desapareciendo. La telaraña esencial,
interconectada de la vida sobre la Tierra está haciéndose más pequeña y cada vez más frágil”,
lamentó el profesor Josef Settele.
Pero no todas son malas noticias. El informe sostiene que no es tarde para frenar o incluso
empezar a revertir estas tendencias preocupantes, pero sólo si empezamos en este mismo
momento en todos los niveles, desde las pequeñas comunidades hasta la escala global.
Se trata pues de sumar voluntades para llevar a cabo lo que el informe denomina como un
“cambio transformativo”, es decir una reorganización fundamental de los sistemas mundiales a
través de factores tecnológicos, económicos y sociales incluyendo nuevos paradigmas, metas y
valores, según explica Watson.
Entre las opciones: promover las mejores prácticas agrícolas, manejo pesquero con base en
esquemas sustentables, colaboración en el uso del agua, mejor acceso a áreas verdes en
comunidades pobres, aliento a la producción y consumo de alimentos orgánicos, así como la
participación de las comunidades indígenas.
Es un lugar común afirmar que sólo se puede resolver un problema si se reconoce su existencia.
El informe de IPBES es un llamado de auxilio, pero también es un llamado a la acción. Nadie
puede profesar ignorancia. Ahora que entendemos la dimensión del problema y ejecutar desde ya
–desde el nivel individual hasta el institucional— sus recomendaciones de sentido
común. https://www.ipbes.net/global-assessment-experts
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